TAN DIFERENTES y TAN IGUALES - AFGANISTÁN 3º Parte
- Visa Promig
- 18 ago 2021
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 14 nov 2021
Ayer me detuve a realizar una comparación de los velos islámicos con los velos que llevaban las españolas, hace no tantos años, cuando hacían luto o cuando entraban en una iglesia a misa o a rezar el Rosario. Se nos olvida que en ambos casos, sin que fuese una imposición divina ni tampoco una obligación impuesta por líderes religiosos, la realidad es que era una norma no escrita que con el tiempo se fue convirtiendo en algo más arraigado y respetado que la propia ley.
Cuando alguien preguntaba porqué, se respondía que "Dios así lo quería" (o Alá), aunque no quedase escrita tal norma ni en la Biblia ni en el Corán.


He estado leyendo muchos tuits estos días y algún que otro artículo, todo ello escritos por mujeres feministas, defendiendo la libre elección de las mujeres que deciden llevar el hiyab cuando ni su familia ni su entorno así se lo reclama.
Yo no soy quién para contradecir a estas mujeres que así lo quieren hacer como tampoco soy quién para decirle a una mujer que no venda su cuerpo o a quien se quiere extirparse los senos o ponerse 3 tallas más.
No se trata de ir dando discursos desde una supuesta superioridad moral. Porque yo al menos no me siento superior ni moral ni intelectualmente.
Se trata de luchar para liberar a todas las mujeres de la esclavitud y opresión que sufrimos y que podamos de una vez por todas vivir en LIBERTAD pero la de verdad, no la que vende el postmodernismo a base de filtros, mentiras o medias verdades. Y eso se llama FEMINISMO.
Todo lo que no sea liberar a la mujer de las cadenas impuestas y autoimpuestas, será quizá también loable pero no es feminismo.
- Ya hace años que las mujeres nos tragamos las mentiras del ACCESO AL TRABAJO REMUNERADO y como este 'avance' se convirtió en la DOBLE o TRIPLE JORNADA.
- También se quemaron SUJETADORES en público y se comercializó la PÍLDORA. Y huelga decir pasadas algunas décadas cuál ha sido la realidad de nuestra LIBERACIÓN SEXUAL. Prefiero dejar para otro post estos detalles porque sería abrir otro melón.

Hay quien se posiciona en otro extremo y habla de PROHIBICIÓN del uso del hiyab. De promulgar leyes que impidan que niñas lo usen en la escuela y mujeres en espacios públicos en los trabajos.
Pero CAMBIAR LA LEY SIN MODIFICAR LAS ACTITUDES NO ES MÁS QUE UN PARCHE que mantiene intactas esas prácticas profundamente arraigadas.

Un grupo de chicas con velo - José Alfonso
La historia nos demuestra que se puede preservar la identidad cultural y, a la vez, erradicar prácticas perjudiciales para el cuerpo y la seguridad de la mujer.
¿Pero cómo podemos erradicar esta necesidad cultural sin que la sociedad pierda su identidad?.
Si bien la solución no es simple, el acceso a la educación y la independencia económica de la mujer contribuirían sin duda a acabar con la violencia contra las mujeres y las niñas.
El FEMINISMO habla de ABOLICIÓN, sí, como ocurrió con la esclavitud, que sigue existiendo pero ya no es legal. Es por ello que la AGENDA debe seguir adelante teniendo en cuenta siempre que no pierda el foco ni la meta. Porque nos va la VIDA en ello. Y ahora se ha visto más que en muchos años anteriores con cientos de miles de violaciones y feminicidios a nuestras espaldas.
Para aclarar aún más porqué no es bueno apoyar, aplaudir, respetar y defender la supuesta libre elección del uso del velo islámico , pero sí la comprensión y el uso de la empatía ante las motivaciones, haré un breve repaso por una serie de tradiciones perjudiciales para la salud de niñas y mujeres que se encuentran demasiado arraigadas.
BREAST IRONING o "PLANCHADO DE SENOS"
El planchado de senos esconde una forma de violencia y agresión de las glándulas mamarias de las mujeres en el inicio de su edad puberal.
Consiste en aplicar sobre las incipientes glándulas mamarias distintos materiales de superficie plana, calentados previamente al fuego o sobre el carbón. A modo de improvisadas planchas, se mantienen directamente en contacto con los senos todo el tiempo que las niñas soporten -día tras día y mes tras mes- hasta conseguir el resultado perseguido: paralizar el crecimiento de los senos.
Las madres y abuelas de las niñas lo hacen semanalmente para 'protegerlas' del acoso sexual, los embarazos adolescentes y las violaciones. Según estadísticas de la ONU, 3.8 millones de jóvenes y niñas han sido víctimas de este ritual en el mundo. Y sí, en Europa también se practica.
Este fue un post que hice hace unos meses que recopila algo de información al respecto.
El aumento del tamaño de las mamas en las niñas o telarquia se entiende como el inicio de una etapa extremadamente peligrosa, debido a la certidumbre de que estas niñas pasarán a ser objeto de deseo de los hombres. Muchas niñas serán acosadas y en no pocos casos serán víctimas de abusos sexuales, embarazos no deseados con el consiguiente abandono de los estudios y el contagio del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.
Por muy aberrante que nos pueda parecer, creo que nadie podría pensar que esas madres o abuelas están enfermas o locas por hacerle eso a sus hijas, si por un momento nos ponemos en su piel y en su contexto sociocultural. Está claro que intentan protegerlas y para ello utilizan lo que consideran una agresión menor comparada con las que podrían llegar a sufrir al no hacerlo. Se trata de una tradición arraigada que por supuesto hay que abolir, pero solo con la prohibición no sirve de nada.
Ya lo explico un poco más adelante.
EL LEBLOUH
El "leblouh" es una práctica que consiste en preparar a las niñas alimentándolas a la fuerza con grandes cantidades de comida para hacerlas más atractivas y deseables, con el único fin de aumentar su probabilidad de conseguir un pretendiente masculino.
Las chicas jóvenes están constantemente siendo convencidas e influenciadas de que los hombres las desearán más si son más grandes y tienen más grasa y kilos.
Niñas de hasta 5 años son llevadas a un campamento (o también llamadas 'Granjas de Engorde') durante la 'temporada de alimentación' para que las mujeres mayores las alimenten a la fuerza, aunque la realidad es que la mayoría de las veces son sus propias madres.
Aquí Násara, que conoce bien esta tradición, lo explica mucho mejor que yo.
Las niñas crecen sintiéndose inferiores que los hombres y creen que esta es la única opción para parecer deseables casarse y llevar una vida exitosa.
Como en el caso anterior del Planchado de Senos, las propias madres no ven en esta tradición el daño física y mentalmente, que están infligiendo a sus hijas. A pesar de los graves problemas de salud, están convencidas de que estas prácticas son para el beneficio de sus hijas y están decididas a casarlas a edades tan tempranas para garantizarles una vida cómoda y próspera.
Una vez más, seguro que si me estáis leyendo, pensaréis que es una locura y una aberración, como me lo parece a mí. Sin embargo, como en el caso anterior, sus madres siguen creyendo que hacen lo mejor para sus hijas y practican esta barbaridad porque creen que de no hacerlo sería condenarlas de por vida a la soledad y a la pobreza.
Desde nuestra superioridad moral seguramente pensamos que lo mejor es que promulguen leyes para prohibir esta práctica muy extendida en Mauritanía (sobre todo), pero de nuevo sería un parche y no una verdadera solución.
La práctica de "Leblouh" está estrechamente vinculada a otra práctica abominable que es el matrimonio infantil. Niñas de tan solo 12 años (incluso antes si consiguen engordar lo suficiente), se casan con hombres mucho mayores y quedan embarazadas siendo todavía menores de edad.
La tradición de los matrimonios infantiles está demasiado extendida en muchos países. Son normas comunes en algunas culturas y por ello complicadas de erradicar.
Mientras sigues leyendo este post, en algún lugar de África, Asia, o también aquí, en Europa, hasta mil niñas podrían haber sido sometidas a una operación rudimentaria de ablación de clítoris, llevada a cabo por su abuela, su madre, una tía, una anciana del poblado, o incluso una profesional sanitaria.
Si aún no conoces esta tradición, advierto que puede herir tu sensibilidad, así que estás a tiempo de no seguir leyendo, aunque aconsejo que te atrevas, ya que la ignorancia de la realidad solo nos aleja del cambio necesario.
Todas las historias relacionadas con la ablación comienzan con la formación de un círculo de silencio alrededor de una niña para impedir que los gritos de dolor lleguen al mundo exterior.
Aunque en algunos gobiernos, como el de Gambia, se han aprobado hace años leyes que castigan esta práctica con multas y hasta cárcel, no ha impedido que se sigan practicando a escondidas y con muchas menos medidas de higiene.
Las madres y abuelas gambianas, como las de otros tantos países, no terminan de aceptar las nuevas leyes.
Algunos testimonios de mujeres :
“Nuestra misión es perpetuarlo. Es nuestra tradición y nuestra cultura”.
"Antes de esta ley la ablación era una fiesta. No teníamos problemas. Al revés. Suponía un motivo para la felicidad. Tocábamos tambores, hacíamos música, nos reuníamos toda la familia... Ahora hay que hacerlo a escondidas porque han venido a decirnos que está mal”.
Esta mujer fue quien se lo practicó a sus hijas y también a algunas vecinas, igual que su madre hizo con ella cuando era pequeña. “Las mujeres que pasan por ello tienen más facilidad para tener bebés que la gente que no se lo hace. Además, el clítoris crece y crece y, si no lo cortas, puedes llegar a desarrollar enfermedades en el futuro”.
Otro testimonio, esta vez de un hombre:
“Yo tengo dos niñas y, aunque todavía son muy pequeñas (tienen 6 meses y 4 años) van a pasar por este proceso cuando crezcan un poco. Es algo necesario. A mí me da igual lo que diga el gobierno. Ya estamos en democracia y deberíamos poder elegir”, sentencia.
(os suena de algo este tipo de defensa?)
Otro de los testimonios, quizá el más desgarrador ( y por desgracia, no es el único), es el de una niña que pagó por su propia ablación. Fue ella misma la que exigió esta mutilación con la connivencia de su madre y a espaldas de su padre, que no lo aceptaba. Una niña que mostraba una fuerte personalidad y mucha determinación.
Para ella es un símbolo de rebeldía como podría ser hacerse un tatuaje. "Ahora soy una señora, mi padre y hermano ya no pueden decirme qué hacer. Ahora me casaré con un marido que será todo un hombre que me dará varias palizas al día".
Y este es otro testimonio que explica claramente qué es lo que verdaderamente ocurre:
Cuando una niña le preguntó a su abuela por qué cortaban a las niñas, ella le respondió: "Por los hombres; ellos quieren que sea así. Pregúntale a tu abuelo".
Sin embargo, cuando le planteó a su abuelo la misma pregunta, este respondió de inmediato: "A mí no me preguntes. Es lo que quieren las mujeres".
Esta misma niña se enteró después de haber sido mutilada de que su abuela era totalmente contraria a esta práctica, pero temía que su nieta no encontrara un marido y no pudiera crear su propia familia si no se atenía a esa tradición.
No somos mejores personas que quienes practican estas tradiciones. Nuestra sociedad está educada en el mismo machismo que provoca FEMINICIDIOS, VIOLACIONES, AGRESIONES SEXUALES, ABUSO y ACOSO SEXUAL y otro tipo de violencias hacia las mujeres. Aunque por suerte hayamos cambiado muchas de nuestras costumbres, aún estamos lejos de lograr la verdadera igualdad y más si se sigue extendiendo el negacionismo ante esta realidad.
En España, en 2019, se registraron un total de 15.338 delitos contra la libertad sexual en 2019 de los que 1.878 fueron agresiones sexuales con penetración. Cabe destacar que hay muchísimas violaciones que no se denuncian, especialmente aquellas que se producen en el entorno familiar o de pareja. También hay otras agresiones que no se denuncian por miedo a la violencia institucional y /o por vergüenza, sobre todo cuando la víctima agredida había consumido alcohol o bien ejerce la prostitución. A esto hay que añadir el auge de las "manadas", es decir, las agresiones en grupo.
El perfil dominante del detenido o investigado por este tipo de delitos es el de hombre, español, de 41 a 64 años”. El 96% de los agresores sexuales son hombres, porcentaje que llega al 99% en las violaciones.
Algunas de las conclusiones a las que podemos llegar son:
* No todos los hombres son violadores, pero casi todos los violadores son hombres.
* Las tradiciones, vengan de donde vengan, si atentan contra los derechos humanos o ponen en riesgo la salud y la vida de las personas, deber ser cuestionadas.
* Si la solución para evitar que nuestras hijas fuesen violadas o tuviesen un futuro en nuestra sociedad pasase por ejercer alguna de estas terribles tradiciones, con bastante probabilidad lo haríamos, como se han cometido siempre barbaridades a lo largo de la historia, también en nuestro país, por lo que el juicio, mejor para otro día. Dejemos nuestra mentalidad colonial y nuestra superioridad moral al margen y busquemos la manera de cambiar esta situación para que ninguna mujer, ni "las nuestras" ni "las otras" sufran violencia alguna.
fuentes: JOSÉ IGNACIO MARTÍNEZ RODRÍGUEZ-El País, PATRICIA PEIRÓ-El País, NEVEN MIMICA- El País, Redacción Catalunyapress,
bibliografía: https://www.elsevier.es/es-revista-progresos-obstetricia-ginecologia-151-articulo-planchado-senos-una-realidad-no-S0304501314001721
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