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¡Qué Barbaridad!

Actualizado: 31 ago 2020


Clémentine Clatteaux nació el 5 de marzo de 1865 en Chaumousey, un pequeño pueblo situado al noreste de Francia, en el seno de una familia dedicada a la agricultura. Por lo que gran parte de su vida la dedicó a esta labor, algo que forjó de algún modo parte de su carácter y buena disposición hacia el trabajo duro.

Mi juventud fue como la de otras jóvenes del pueblo. Tenía una espléndida salud y el trabajo no me asustaba.

Clémentine, la menor de 3 hermanos, era una niña de pelo castaño, de grandes ojos y de ánimo feliz, sin nada que la distinguiera especialmente de otras niñas, hasta que a los 13 comenzó a tener sobre su labio superior

una pelusa prometedora que me pareció que subrayaba agradablemente mi rostro.

Comienza a afeitarse con cierta frecuencia para eliminar su vello facial y poco tiempo después lo hace a diario, pero eso no le impide resultar atractiva para los hombres y el 25 de abril 1885, a los veinte años, se casa con Joseph Delait, panadero de Thaon- les- Vosges, un pueblo cercano al de Clémentine. De Joseph adopta el apellido por el que sería conocida años más tarde(1).

Además de dedicarse a las labores del hogar, como cualquier mujer de la época, trabaja también con su marido en la panadería . Estando de cara al público tenía que afeitarse todos los días para no descubrir su extraña peculiaridad.


Tiempo después su marido comienza a tener dolores provocados por el reumatismo que padece y tiene que dejar el negocio, por lo que Clémentine le propone montar un café-taberna frente a la plaza del pueblo y regentarla, para sacar adelante a la familia. Y vaya sí lo hizo!, no había nadie con tanta energía detrás de una barra.



El éxito fue inmediato y el negoció prosperó para agrado del matrimonio, así que al cabo de un tiempo la pareja se tomó un respiro y fueron a visitar un pueblo cercano llamado Nancy en el que habían instalado una feria de atracciones. Allí Clémentine vio el cartel que anunciaba una mujer barbuda y la gran curiosidad que le despertó le hizo pagar sin dudar los 15 centavos que costaba la entrada.



Se sorprendió y no gratamente, al ver una muchacha con una barba escasa y un tanto atemorizada arrinconada en una especie de jaula, como si de un animal peligroso se tratara.


De vuelta en su café, al escuchar los comentarios de sus clientes referidos a la muchacha barbuda, se le escapó un:

Si yo me la dejara crecer, ya verían lo que es una barba.

Uno de los clientes ofreció 500 francos si le llegaba a tirar con sus propias manos de la anunciada barba de Clémentine y ella ni corta ni perezosa aceptó el reto.Su marido apostó 500 francos para respaldarla.


La apuesta atrajo a muchos más clientes al café de los Delaits y cambiaron el nombre a Le Café de La Femme à Barbe, "El café de la mujer barbuda". A partir de ese momento dejó de afeitarse y liberó a su organismo permitiendo que creciese el pelo de sus mejillas:

Yo la veía progresar y empecé a sentirme muy orgullosa. Mi marido, muy emocionado, sentía placer al acariciarla.

A partir de ese momento la clientela del café del matrimonio Delait - Clatteaux se multiplicó. No sólo por el morbo que tenía el ver a una mujer con barba sin necesidad de acudir a un circo, motivo principal sin duda, sino por el carácter cordial y extravertido de Cémentine.

Ella mostraba orgullosa su espesa y cuidada barba, algo que provocaba la simpatía de la gente. Dado el gran éxito, determinaron rebautizar el nombre del café que pasó a llamarse Café de la Femme à Barbe.

A su clientela habitual se sumaban todo tipo de curiosos así como reporteros, fotógrafos y empresarios de circo y variedades. Aprovechando la inesperada fama posa para varios fotógrafos que imprimen tarjetas con su imagen que ella misma firma para sus admiradores, convirtiéndose en una estrella, lo que reporta a la familia unos ingresos nada desdeñables.

Sus imagen se llegó a convertir incluso en un icono de la época y sus postales se vendían en toda Francia, aunque a día de hoy su historia parezca haber desaparecido como por arte de magia.



¿Y qué tendrá que ver Clémentine con las bicis? ¿porqué esta mujer inaugura el blog?

Tan solo avanzaré como curiosidad para la segunda parte del post, que la edad de 39 años, el gobierno francés le permitió oficialmente usar ropa de hombre.






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