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Esta soy yo subida a mi primer vehículo sobre ruedas, un triciclo que me otorgaba superpoderes...o algo así sentía yo.
Que la bici empodera es una realidad, además de ser un medio de transporte fantástico y sostenible.
Haber vivido en Madrid cuando no existían los carriles bici, me hizo consciente de que pedalear por sus calles era mucho más que un riesgo aparente. Tan solo el parque del Retiro era territorio amigo. Sin embargo, mi determinación, acompañada de mucha precaución, hizo que fuese mi medio favorito, aunque de manera intermitente, durante varios años.
Por ese motivo, adaptarme a desplazarme en bici cada día por Florencia, fue muy fácil.
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Ni qué decir tiene, que mi traslado a Valencia tuvo mucho que ver con las facilidades que la ciudad me ofrecía para desplazarme sobre ruedas, en comparación con Madrid, sobre todo por el antiguo cauce del río. Aunque por entonces sólo soñaba con tener los carriles de los que ahora ya disfrutamos.
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Ya instalada en la capital del Turia, tuve la gran suerte de conocer a muchas personas amantes de la bicis, quienes llevaban años luchando para lograr que la bici tuviera cabida de manera segura para la población en general. Un buen día decidieron organizar una marcha de bicis clásicas: La Clàssic Ride. Fui invitada a colaborar y poco después a coorganizar desde una humilde pero ilusionada aportación.
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Desde entonces, mi relación con las bicis se ha acrecentado y siendo ya una Técnica titulada en Promoción de Igualdad de Género, me creo en la obligación moral de "Bicibilizar" lo que muchas mujeres han aportado a la historia de la humanidad.
